LA FÓRMULA PREFERIDA DEL PROFESOR (Yoko Ogawa)
Esta novela cuenta la historia de la relación de amistad que mantienen un viejo profesor de matemáticas, la asistenta que le atiende en casa y el hijo de diez años de ésta. El hombre, que sufrió un accidente de tráfico años atrás, perdió la memoria a corto plazo y no recuerda nada que haya sucedido a partir del momento del accidente. Todo su presente se limita a un margen de 80 minutos, en que su cerebro va borrando todo lo que ha percibido. Para salvar ese escollo cuelga notas recordatorias por toda su chaqueta, de esa manera cada mañana sabe quiénes son la asistenta y el niño. Partiendo de la afición a las matemáticas y al béisbol, la relación entre los tres se va afianzando poco a poco.
La historia es rápida, ágil y cercana. Quizá sea porque nos la cuenta uno de los personajes principales: la madre del niño. Ella trabaja para una agencia de ayuda a domicilio y de este modo es como conoce al profesor. Nos cuenta lo que va sucediendo durante el período en que trabaja en la casa, desde que la agencia la contrata.
El profesor es un personaje que me encanta, cómo explica la magia de los números, sus conexiones... Me parecen fascinantes los juegos de números, cómo se entrelazan unos con otros, las relaciones que se establecen entre ellos, a pesar de que yo luego me pongo y se me enredan todos en una madeja alborotada. Si tuviera al alcance una persona como el profesor, también me quedaría escuchando embobada sus disquisiciones sobre los números. Y el niño, tan sensato para tener 10 años…
No quiero ir mucho más allá en la sinopsis, para no revelar demasiado. Sólo me queda añadir que me ha gustado mucho acompañar a estos tres personajes que se han acabado relacionando como una auténtica familia, más allá de las limitaciones de cada uno. Me ha resultado una lectura muy agradable, quizá por la ternura con la que se tratan los personajes, aparte de la cuñada del matemático. Es un personaje secundario, bastante arisco, por cierto. Pero como secundario que es, está muy bien “guardado” en su segundo plano.
El libro me ha dejado muy buen sabor de boca, a pesar de cómo termina. Me quedo con la capacidad de la autora para sacar sonrisas en medio de la tristeza. No había leído antes nada de Yoko Ogawa, y debo decir que me ha sorprendido muy gratamente, tanto que buscaré más libros suyos para próximas lecturas. En general leo a pocos autores asiáticos, pero los pocos que han caído en mis manos últimamente están siendo un acierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario