Los dos próximos relatos los escribí para un concurso que organizaba la Empresa Municipal de Transportes de Madrid. No gané nada, ni mucho menos... Pero yo estoy contenta con ellos.
BILLETE DE IDA
Nunca habría podido imaginar que aquel sábado iba a cambiar mi vida. Totalmente nueva en Madrid, me sentía como cierto actor de los 70 perdido en la ciudad. Y para colmo, el turno en el nuevo trabajo terminaba a las once y media. De locos. ¿Un taxi? Se puede pedir una vez, pero no es un medio de transporte viable. ¿Ir a trabajar en coche? Sin parking y con una etiqueta B, ni soñarlo. Después de muchas vueltas, conseguí una solución para las noches en que me tocara trabajar de tarde, tomaría el búho. Curioso nombre el de los autobuses de la noche, todos tan despiertos y con los ojos tan abiertos…
Tomé la primera noche el N7 en Alcalá, para dirigirme a casa; el autobús iba prácticamente vacío, elegí un asiento hacia el final. Un papelote en el suelo, pequeño, me llamó la atención. Se parecía a los resguardos de las administraciones de lotería. Efectivamente, había un resguardo de euromillones en el suelo. ¿Por qué no cogerlo y comprobar mi suerte en internet?
Estoy ahora mismo en una paradisíaca playa de arenas blancas y sol suave.
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EL BRILLO DE LA NOCHE
Cae la noche en Madrid, sin embargo, todo está iluminado, bulle de vida, nadie parece dormir. Es la magia de las grandes ciudades, en las que la actividad nunca para. Esta noche iré al teatro, un cartel de actorazos promete una función inolvidable. La vuelta, en el búho. Me encanta viajar en el autobús, sobre todo por la noche, para ver las calles, las luces, el movimiento de Madrid. Uno de mis pasatiempos favoritos a bordo es abstraerme de la realidad, mirar por la ventana, imaginarme turista y redescubrir las calles de Madrid y su gente a través de las luces nocturnas.
¿Qué estarán pensando todas esas personas que me acompañan ahora mismo dentro del autobús? ¿Tendrán vidas luminosas o anodinas? ¿Será este el preciso momento en que alguien se dirija hacia una nueva vida? Llego a mi parada, toca bajar. Sin embargo, la tentación de subir en otro búho y observar a los viajeros es tan grande… La noche es joven y en tres minutos llega otro autobús. Me encanta Madrid.
Los dos tienen su aquel, pero el primero me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias 😊
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