EL GRAN GATSBY (F. Scott Fitzgerald)
Gatsby era una persona peculiar, un hombre que se creó su propia historia. Abducido por el revuelo de los locos años 20, decidió envolverse en magia para ser quien quería ser. Así es como le conocieron Nick Carraway y los demás muchachos: un joven que se había hecho rico gracias a los tiempos de la Ley Seca. La ambientación corresponde a la ciudad de Long Island, mientras corría el verano de 1922.
Capaz de encandilar a todo el que pasara por delante, Nick Carraway, en calidad de narrador, nos cuenta cómo fue la relación que mantuvo el grupo: llena de desfases, locuras, amoríos, falsedades, excesos y traiciones. Los personajes son principalmente Carraway, Gatsby y dos parejas, pero también están un amigo de Gatsby y una amiga de una de las chicas, que ayudan a completar la acción principal. La historia se desarrolla en torno al grupo, sus relaciones interpersonales y las redes vitales que van tejiendo a su alrededor y que les acaban por enredar. A fin de cuentas, nos cuenta la “cara B” del sueño americano, una vez lejos de los focos, la magia y las purpurinas.
La novela nos cuenta muy bien a través de la amistad (o no) que mantiene este grupo cómo fue la oleada de luces y sombras que caracteriza a la década de los años 20: se trata de un periodo de posguerra en el que los jóvenes buscaban la felicidad por encima de todo, más allá del drama que había supuesto la Primera Guerra Mundial.
Una novela magistralmente escrita, que no se ve perjudicada por el paso del tiempo; sin embargo, poco después de su publicación apenas tuvo éxito. Tuvo que ser la revisión de la historia la que pusiera a esta novela en su lugar. Son ya 100 años los que cumple desde que vio la luz por primera vez y me parece una historia que no hay que perder la oportunidad de leer. Tanto es así, que a lo largo de todos estos años, la novela ha tenido multitud de adaptaciones: al cine, teatro, musicales, ópera e, incluso, videojuegos.
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